Energía y patrimonio
Documentación, digitalización y puesta en valor de los oficios tradicionales asociados a los recursos energéticos tradicionales de San Martín de Boniches
Tríptico de la ruta autoguiada
Ruta "Energía y Patrimonio"
Custodiado por un mar de pinos y rodeado por las aguas claras del río San Martín, nos adentramos en los secretos de San Martín de Boniches, apacible pueblo de la Serranía Baja conquense hoy famoso por la abundancia de parques eólicos.
Sin embargo, en otros tiempos no tan lejanos, la obtención de energía no era algo tan sencillo, e implicaba un tedioso y constante esfuerzo en busca de los recursos energéticos del entorno, como la leña o la elaboración del carbón vegetal. Pero, sobre todo, precisaba de la conservación de unos conocimientos ecológicos tradicionales que permitía a los vecinos y vecinos obtener del medio que les rodea todo lo necesario para vivir: alimento, combustible, vestimenta o vivienda.
La ruta “Energía y Patrimonio” pretende ser un viaje en el tiempo, un noble homenaje a nuestros ancestros en el que aprender aquellos saberes que nos legaron.
1. Observando el río San Martín
Un río entre un mar de pinares.
Ubicación: Mirador a la vega del río San Martín
Unos esqueléticos árboles de color blanco sobresalen en las alturas del horizonte. Pero descendiendo la mirada, el espeso monte se colorea, a través de un vallejo, con el verde frescor de juncos, sauces y chopos, hasta que se abre a un profundo valle donde la carretera, como el pensamiento, descansan. Es este el inicio del río San Martín, cuyas aguas llegarán al imperecedero Cabriel.
Esta ancha vega, rodeada del mar de pinos, es una de las zonas importantes para la agricultura. Una zona propicia para cultivos de secano y fértiles huertas. Ambas beben de las humildes aguas del río San Martín y sus vecinos y vecinas se aprovechan de ello.
Y la madera y el río, se unían, como dos amantes o como una sola pieza, en el transporte de troncos por el río Cabriel camino de las tierras levantinas. Mucha de esta madera procedía de estos ásperos, pero fértiles pinares. Y, es que una voz parece decir a modo de moraleja: “San Martín, agua y pinos sin fin”.
2. El paso del agua y el tiempo
Cruzando el arroyo que moldea las huertas del pueblo, encontramos vestigios de ancestros del pasado: el antiguo cementerio. Como una metáfora del paso de la vida, siguiendo el curso del agua nos adentramos en el río San Martín, que cuenta con varios molinos harineros aguas abajo.
Ubicación: Junto al antiguo cementerio
Cruzando el arroyo que moldea las huertas del pueblo, encontramos vestigios de ancestros del pasado: el antiguo cementerio. Como una metáfora del paso de la vida, siguiendo el curso del agua nos adentramos en el río San Martín, que cuenta con los restos de varios molinos harineros aguas abajo.
Pues no sólo el monte proporcionaba la energía necesaria para que el pueblo de San Martín de Boniches avanzara en sus calendarios. Recuerdan varias melodías cómo el río San Martín era el que daba “el pan” al pueblo. Y es que, en sus orillas, se encontraban dos molinos harineros que molían con sus grandes piedras circulares el grano del cereal: el de arriba y el de abajo. El molino de arriba, ya mencionado en el siglo XVIII, en La Masegosa, recogía el agua del río mediante un caz y se estancaba en una balsa, que era vaciada para hacerlo funcionar. El de abajo contaba con un funcionamiento similar. Cabe resaltar cómo las aguas utilizadas para la molienda se aprovechaban para el riego de las huertas aledañas, siendo habitual que los labradores estuvieran atentos al momento de molienda para este trabajo.
Los molineros, sagas familiares generalmente, se acercaban, junto a sus caballerizas, al pueblo a recoger el grano a moler. Como contraprestación, recibían la “maquila”, que solía corresponder a un kilo de trigo por cada almud recogido.
El molino de abajo dejó de funcionar en 1960, manteniéndose activo sólo el de arriba hasta los años 1970.
3. Una tierra roja y escondida
La piedra rodena, las numerosas fuentes y el pino, siempre presente, nos ofrecen la idiosincrasia de esta tierra.
Ubicación: Cruce de caminos
Este cruce de caminos lleva a las profundidades del término de San Martín de Boniches. Siguiendo el río San Martín, aguas abajo, la piedra rodena, las numerosas fuentes y el pino, siempre presente, nos ofrecen la idiosincrasia de esta tierra.
Los parajes del término se encuentran divididos en las añadas de arriba y abajo. A lo largo de ambas añadas aparecen las ruinas de las barracas, corrales del ganado, que tanta importancia han tenido en este pueblo. Destacan despampanantes a la mirada algunas formaciones rocosas de arenisca como la de El Torneo y El Picón. El agua, siempre atenta y protagonista en el fondo del valle, se alimenta de numerosas fuentes como la del Hoyo, Los Rincones, el Pincarrascal o La Masegosa. Y por último el extenso pinar rodeno ha dado lugar a uno de los oficios más montaraces de la sierra: la resina. Este material viscoso y ambarino, se llevaba tanto a las fábricas de Garaballa como a la del Cañizar, ambas propiedades de La Unión Resinera Española (LURE) durante las primeras décadas del siglo XX. Además, en el paraje de El Castellar se encuentran restos de uno de los asentamientos ibéricos que quizás precedieron al municipio de San Martín de Boniches.
Y si un paraje destaca, ese es la Manglana. Situado en el extremo sur del término, a más de dos horas a pie, se trata de un pequeño poblado donde vivieron familias hasta los años 70. Junto a las frescas aguas de la Fuente de la Olivera, este minúsculo núcleo de población tenía un carácter agrícola y ganadero y que por su situación, tenía una ligera mejor climatología que el propio pueblo. Hoy, sólo los restos de las construcciones mantienen la memoria de las tantas familias y generaciones que habitaron en este remoto lugar de la Serranía.
4. Carboneras y leña: las energías de antes
Durante siglos, los habitantes de este recóndito pueblo serrano se han calentado y han cocinado utilizando los recursos de su entorno, en especial, la leña y el carbón vegetal.
Ubicación: Sobre la calle Cruces
El sustento de San Martín de Boniches brotaba de la generosa aspereza de sus sierras. En ellas, el pino y de la encina propiciaban una fecunda e interminable leña que, saqueada de la tierra al seco compás del hacha, alimentaba el hogar de la casa. Las lumbres y después las estufas, salvaban, a modo heroico, los cortantes fríos y las severas nevadas que durante meses aquí envolvían a los vecinos. Aún hoy, bajo el calor del sol de agosto, parecen temblar sus voces al hablar de cómo se cortaba y pelaba la madera y, de repente, dulcificarse, al hablar del calor de la lumbre y su leña.
También esta madera servía para el comercio. Eran cortadores, peladores y arrastradores, quienes trabajaban y llevaban las piezas a puntos como los aserradores de Utiel para su venta.
Pero el monte no sólo escondía la leña, energía esencial de la tierra, sino también el carbón. Este mineral vegetal, se producía al quemar cepas de brezos o leña de carrasca en unos hornos temporales en mitad de los claros del bosque. Estas piras de leña y cepas, quemadas a fuego lento, formaban el carbón vegetal que servía para cocinar, calentarse o venderse en pueblos aledaños como Víllora o Utiel.
Madera, leña y carbón que proporcionaron un modo de vida energético durante siglos.
5. El pasado en un paseo
Un homenaje a las tantas generaciones que han trabajado estos campos de San Martín de Boniches.
Ubicación: En la fuente, al finalizar el Paseo Etnográfico
Toreando las esquinas, se desandan las estrechas calles y en cada rincón, nos asomamos a sus divinas vistas. Una de las más fantásticas es la que se ofrece desde la calle del Hontanarejo. El pueblo, aferrado a la ladera rocosa, y la iglesia colgando sobre la roca tobácea potencian aún más el frondoso marco de pinares y la apacible vega. Pero este paseo esconde otro secreto.
Desde hace más de una década se inauguró un paseo etnográfico que adorna y ameniza estas vistas serranas y que sirve, además de mostrar diferentes herramientas tradicionales, como homenaje a las tantas generaciones que han trabajado estos campos de San Martín de Boniches. Entre las diferentes piezas que nos vamos encontrando, entre otras, aparecen un carro que aún parece traquetear junto al suspiro de la caballería; un rulo para apretar y preparar la era; una trilla que retrotrae a aquellas tardes dando vueltas en la era para triturar las espigas segadas y separar el grano de la paja; o una máquina más moderna: una aventadora.
Esta máquina aventadora muestra el cambio en el que sumergió el mundo rural y que tanto le ha cambiado el rostro. Qué profundo cambio supuso para aquella generación estas máquinas que separaban fácilmente el grano de la paja y, sin embargo, que primitivas hoy parecen. El tiempo juega con el espacio hasta que, finalmente, al llegar a la fuente, la mente se refresca y, mirando al bello paisaje, sonríe.
6. San Martín de Boniches, un jardín del Edén
Una iglesia sobre una piedra de toba y con unas vistas “divinas”.
Ubicación: Iglesia de San Martín Obispo
Las calles parecen de miniatura y alguien con brazos largos podría tocar ambas fachadas con los dedos. Hasta la iglesia se ha quedado sin hueco. La nave y su aterrazado porche se levanta, para dejarse descolgar al río San Martín, sobre una pared de toba. Esta iglesia, dedicada a San Martín Obispo, data del siglo XII y está levantada en mampostería con esquinas de sillería.
Entre el río y la tobácea iglesia, las paredes de piedra de los bancales y la parda tierra permiten el cultivo de huertos.
Por nacer del carbonato cálcico acumulado entre los restos vegetales y por ser un inigualable mirador de los montes, los riscos y el profundo valle, pocas iglesias se merecen un adjetivo “divino” como esta de San Martín de Boniches.
7. La plaza, centro de vida
La plaza cuenta aún a día de hoy con la fuente principal de San Martín de Boniches, así como con el lavadero. Rodeando la misma, encontramos diversos hornos de pan, que sin duda nutrían de vida y jolgorio esta escondida plazuela.
Ubicación: Plaza de San Martín de Boniches
Entre las callejuelas que combaten la inclinación natural de la ladera a forma de terrazas, encontramos un claro inundado por el sol a cada hora del día: la plaza. Rodeada, como es habitual, por el Ayuntamiento y la fuente, cuenta con una especial particularidad: la presencia allí mismo del tradicional lavadero, contratando con su habitual ubicación a orilla de ríos, arroyos o caces. Es, sin duda, claro testimonio de la abundancia de agua en este lugar, rodeado de fuentes y huertas, siendo la fuente del pueblo la segunda más caudalosa del municipio. Reflejo de diarios encuentros de mujeres que se agolpaban en busca del lavado y agua necesarios., pues hasta el año 1969 no hubo agua corriente en las casas.
Rodeando la plaza, encontramos el emplazamiento de varios hornos de pan. Durante la primera mitad del siglo XX, de contabilizan al menos tres hornos en el pueblo. El hornero u hornera se encargaba de calentar el horno y cocer los panes que habían traído las mujeres ya amasados, así como de limpiar y retirar la ceniza una vez acabada la cocción. Como pago, cada persona debía dejarle la “poya” al responsable del horno, que correspondía a una porción de la masa que utilizaba para su propio consumo o para posterior venta. Es decir, un pago en especie.
A pesar de que el paso del tiempo ha modificado lo que hoy observamos, las nuevas construcciones no son capaces de ocultar los vestigios de la construcción del pasado, basada en los materiales que ofrecía el medio: piedra, madera, cal, yeso y teja. Todos ellos se obtenían y fabricaban en el pueblo y su entorno. Había entonces caleras, yesares y tejares. Mientras que las caleras se encontraban en el monte, el tejar y los yesares se situaban en las inmediaciones del pueblo. El yeso para formar la argamasa y revestir las paredes. La cal, como pintura ideal para evitar las enfermedades. Casas míseras por dentro, pero invencibles por fuera.
8. Las energías de hoy
Los otrora montones de leña que nutrían de energía a las casas hoy han quedado reemplazados por la presencia de grandes aerogeneradores que producen energía eléctrica que es distribuida por todo el país.
Ubicación: Mirador sobre la calle Subida Guijarral
Un mar de pinares que parece formar grandes olas que se han quedado quietas sin saber dónde las llevan. Y en el centro, como queriendo abrir las aguas sin Moisés, la veta verde brillante de los chopos que esconden las aguas del río. Y como guardianes del monte y del cielo, como figuras esqueléticas que bailan al ritmo del aire, los molinos eólicos no quitan ojo al pueblo.
El pueblo, con más de 90 aerogeneradores a día de hoy, así como la presencia de dos centrales eléctricas, debe su bienestar y renovado aspecto a estas infraestructuras. A pesar de destacar a la vista el Parque Eólico de Pico Collalbas, no son estos molinos los que proporcionan fama a San Martín de Boniches, situándose los propios del municipio a espaldas del pueblo, ocultos en los altos del bosque.
Figuras descomunales que vigilan nuestros bosques, protagonistas y testigos de los tiempos de hoy y, quizás, promotores de los cambios que el futuro nos depara.
El proyecto
San Martín de Boniches se encuentra enclavado entre el monte gobernado por el pino rodeno y las claras aguas del río San Martín en el corazón de la Serranía Baja conquense. Ambos elementos han propiciado la idiosincrasia del mismo pueblo y a través de sus recursos se ha obtenido la energía que ha desarrollado su propia historia. Conocimientos y saberes ancestrales que aprovechaban los recursos naturales que propiciaba el entorno. En la actualidad, está azotado por la despoblación y cuenta con 46 habitantes.
El agua es un recurso natural imprescindible para la vida y también para las actividades humanas. Desde la antigüedad, la fuerza del agua en movimiento también ha sido aprovechada por su capacidad de generar un trabajo. A lo largo del río San Martín aparecen molinos que aprovechan la fuerza del agua. Molinos hidráulicos que utilizaban el agua corriente para hacer girar una rueda con una muela o piedra circular y que al girar sobre otra muela fija servía para triturar el grano que se vertía y convertirlo en harina. Otros tipos de molinos también se utilizaban para obtener pulpa de papel y en la industria textil.
El monte también era fuente de recursos imprescindible. En los anchos montes rodenos de San Martín de Boniches oficios como pastores, carboneros, hacheros y resineros ocupaban una labor fundamental en la sociedad y en la economía de los pequeños pueblos como San Martín de Boniches. El calor para afrontar los crudos inviernos procedían de la leña, recurso que desde sus inicios el hombre ha utilizado como energía para calentarse, cocinar y más adelante fabricar utensilios. También el monte de San Martín de Boniches entregaba un secreto más, las piedras de sus suelos rodenos servían para la construcción de los corrales para el ganado, llamadas “tainas” o “tinadas”.
El monte y el agua constituían las fuentes energéticas principales del pueblo, al igual que en la mayoría. Este patrimonio cultural intangible aprovecha los recursos que otorga el entorno. Todo ello está ligado al presente ya que en la actualidad San Martín de Boniches cuenta con un parque eólico que permite generar energía con otro elemento abundante en su término: el aire.
En un marco de crisis energética, estos conocimientos y oficios tradicionales ligados a los recursos que proporcionan el monte y al agua cada vez comienzan a ser más desconocidos para la sociedad. Apenas son los que trabajan directamente en estos oficios y cada vez menos los que son conocedores y atesoran este patrimonio cultural. El fenómeno de la despoblación y la pérdida de usos y oficios tradicionales han colocado en una encrucijada a San Martín de Boniches.
Por ello, es de esencial interés el estudio y salvaguarda de este patrimonio cultural intangible de San Martín de Boniches para conseguir avanzar en la lucha por la pérdida de conocimientos tradicionales que han ejemplificado la esencia cultural del ser humano durante tanto tiempo. Es una honrosa recompensa para nuestros antepasados y un estimulante cultural para nuestras futuras generaciones y pueblos.
EL PROYECTO «ENERGÍA Y PATRIMONIO» ESTÁ DESARROLLADO POR VESTAL ETNOGRAFÍA Y FINANCIADO POR EL AYUNTAMIENTO DE SAN MARTÍN DE BONICHES Y LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CUENCA.