Entre quinterías y el río Valdemembra

Documentación, digitalización y puesta en valor innovadora del patrimonio cultural intangible asociado a las casas de campo o quinterías y al curso del río Valdemembra en el término de Quintanar del Rey

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Ruta "Entre quinterías y el río Valdemembra"

En esta tierra domina el cielo. Son las nubes y el gran manto azul los que se imponen sobre el suelo arcilloso. Una llanura extensa donde se eternizan los atardeceres. Un mosaico de viñas, olivos, almendros que el río Valdemembra atraviesa mientras busca aterrizar en la cercana ribera del Júcar. 
En estas llanuras de leves lomas, el barro, paja y carrizo de las casas de campo llamadas “quinterías” y el agua fértil del curso del río Valdemembra forjaron la vida y la historia de Quintanar del Rey. Y ha sido en la tierra donde este pueblo ha querido alcanzar los cielos.
La ruta “Entre quinterías y el río Valdemembra” pretende, a través de ermitas, molinos, quinterías y siempre acompañados del impregnante aroma de aceite y vino, descubrir y comprender este patrimonio cultural e histórico.

1. Pasos milenarios sobre campos, ríos y veredas

Siguiendo el río Valdemembra sobre caminos y veredas que se pierden en un reloj de polvo, paja y barro. 
Ubicación: Ermita de San Antón.
Lo que en un tiempo remoto pudieron ser grandes bosques de encina, hoy es tierra de piel ocre tatuada con cultivos. Lo que un día fueron bellotas y agallas se fueron transformando en vino, aceite y azafrán. Entre ellos los caminos y veredas son de polvo y barro. Y siempre inmutable, el cauce del río Valdemembra.
Hasta aquí llegaban vías de comunicación históricas desde época milenaria de la que se ha registrado una vía romana y que susurran los ecos de los primeros pobladores de Quintanar del Rey. En puntos como La Guija, Casa de Herreros, Don Gil o Huerta de Escribanos han aparecido restos romanos, aunque los más antiguos son los procedentes del Cerro del Cuco, de la Edad de Bronce. 
Estos caminos también fueron vías para la ganadería, como atestiguan las cuatro coladas (Camino de Quintanar del Rey a Villalgordo del Júcar; Colada de Quintanar a Calderón; Colada  [de la Casa] del Niño; Colada de Ceaceros al Mojón de los Términos Municipales de Quintanar, Tarazona y Villagarcía del Llano) que cruzan el municipio y que hablan de los viajes trashumantes entre las tierras del norte y el sur. En las depresiones donde se acumulaba el agua llamados labajos, descansaban y abrevaban. Ejemplo es el Labajo Pascualón. 
Y San Antón espera en su ermita desde el siglo XVII que fue levantada. Reformada en la actualidad, aún parece destilar su estilo popular con sus muros de cal y canto recubierta de blanco de recién encalar. Aquí, cada 17 de enero cuando se bendicen los animales y se levantan hogueras en su honor; se han ido forjando variopintas y populares historias. Algunas son los puestos de cucuruchos que, cuenta la tradición popular, ofrecían los muchachos a las muchachas para declarar su amor o aquellas menos románticas que sucedían en sus calles al jugar, a modo de bolos, tirando piedras a un pollo enterrado del cual sólo asomaba la cabeza. San Antón, guardián de los ganados quintanareños durante siglos, también guarda anécdotas de todo tipo.

2. Historia de un pueblo sin historia

Bajo la sombra de los conflictos entre Villanueva de la Jara y Alarcón, la aldea de Quintanar comienza su historia.
Ubicación: Plaza Mayor.
En ausencia de más pruebas, la historia de Quintanar del Rey nace con el nombre de Quintanar del Marquesado de Villena bajo el halo y poderío del municipio aledaño de Villanueva de la Jara. 
Eran tiempos revueltos para el reino de Castilla, la cual estaba dividida en marquesados y señoríos. Villanueva de la Jara pertenecía al Marquesado de Villena y Señorío de Alarcón.  En el marco de la Guerra de Sucesión Castellana en la que lucharon por el trono de Castilla Isabel la Católica y Juana la Beltraneja, su Marqués y Señor, Diego López Pacheco, apoyó a esta última. Su derrota, en 1476, propició la independencia y declaración de Villa a Villanueva de la Jara. 
Junto a ella se integraban pequeñas aldeas aledañas como Tarazona de la Mancha, Casasimarro, Villagarcía del Llano, Madrigueras, Villalgordo de Júcar y, desde entonces, El Quintanar. Por tanto, sus primeras referencias están asociadas a ese turbio momento que fue la antesala a la unificación de Castilla con Aragón y la llegada a América. Nacía así un pequeño pueblo castellano de alma jareña sobre campos de Alarcón.  
Con el auge de poder de Villanueva de la Jara durante el siglo XVI, la aldea de Quintanar creció en población y espíritu hasta que en el año 1561, bajo el reinado de Felipe II, consigue su propia independencia a través de una Carta Privilegio, el título de Villa y su nuevo nombre, Quintanar del Rey. Referenciada en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1575, cuenta entonces ya con una población de dos mil habitantes.  
De este mismo año está datada la iglesia de San Marcos Evangelista que preside esta plaza mayor y acoge al patrón de Quintanar. Su estilo define la arquitectura del siglo XVI de la que destaca su portada principal con su arco de medio punto y sus columnas sobre pedestal. A los pies del templo, su historia no acaba más que comenzar.

3. La base de la sociedad: tahonas y molinos de aceite

Quintanar del Rey se consolida como municipio entre ermitas, alimentado por harina y aceite. 
Ubicación: Ermita de la Concepción.
En esta escondida plaza de la Concepción, Quintanar del Rey sigue contando su historia. Y es que si singular es su iglesia, aún más singular es el número de ermitas que fueron levantándose entre los siglos XVI y XVIII. En este punto se levantó la ermita de la Inmaculada Concepción. Fue construida de tapiado y proyectada con tres naves, siendo profundamente reformada en el siglo XVIII, añadiendo la portada actual, datada del año 1781.
Pero a esta hay que sumar San Pedro, Santa Lucía, San Antón, San Isidro y Santa Ana. Todas ellas se conservan exceptuando la ermita de Santa Ana, de la cual sólo se encontraron en el solar vestigios de una antigua necrópolis del siglo XV. Todo un patrimonio histórico unido al crecimiento económico y demográfico del municipio. También encontramos, en los alrededores de esta plaza, debido a este crecimiento económico, casas solariegas y hasta una casa de estilo modernista, de principios del siglo XX, que cuenta el vaivén del tiempo en este rincón de Quintanar. 
Pero todo este avance económico y arquitectónico fue fruto del trabajo de esa tierra de barro que rodea el municipio. Es tierra del Edén para la vid y generosa para el olivo. De la savia de estas dos especies se desarrollaron algunos de los mejores y más competentes vinos y aceites de la comarca. A mediados del siglo XIX, en pleno proceso de desamortizaciones, se datan un molino harinero, siete de aceite y cuatro tahonas, molinos de harina movidos mediante animales de tiro. Este método de molido es habitual en poblaciones como Quintanar del Rey, donde la potencia hidráulica del río era moderada. Como ejemplo en una de las esquinas de esta Plaza de la Concepción se encontró hasta mediados del siglo XX un molino de aceite. 
Fueron las historias de aquellos y aquellas que trabajaron la tierra, recogieron el fruto o lo convirtieron en preciados manjares la que hicieron posible la Historia con mayúsculas, la de nobles, casas solariegas o ermitas. Sin el sudor en sus frentes y los callos en sus manos no tendríamos el patrimonio que hoy disfrutamos.

4. Oficios de barro y arcilla

Barro y arcilla como cimientos para construir la historia de Quintanar del Rey.
Ubicación: Ermita de Santa Lucía.
La sencillez de la ermita de Santa Lucía, con paredes de tapia encalada, hace difícil determinar su año de construcción, adscrita culturalmente a época medieval, junto con el nacimiento de El Quintanar. Al igual que la ermita de San Antón recibía al ganado del noreste, es en Santa Lucía donde daban la bienvenida y se despedían a aquellos trashumantes que viajaban entre Quintanar y Villagordo del Júcar.
Pero si algo inunda nuestra vista al cruzar al oeste del Valdemembra, donde el pueblo desaparece y las construcciones se espacian, como anticipo al campo abierto, son los colores rojizos de la tierra. Estos suelos arcillosos han constituido la base de la construcción popular de Quintanar del Rey durante siglos, hasta que los nuevos materiales propios del siglo XX relevaron esta arquitectura vernácula a un segundo plano.
Junto al agua del río Valdemembra y la paja sobrante de la siega del cereal, esta tierra se mezcla hasta conseguir una masa homogénea que es introducida en moldes de madera y puesta a secar. Como horno, el sol. Una vez fuera del molde, ya tenemos el adobe o ladrillo de barro, que debidamente apilado, y unido mediante la misma mezcla húmeda, daba lugar a una pared. Una vez construida la casa, se revestía con yeso y cal, traídos de otros lugares en los que esos materiales abundan.
Para los dinteles y vigas, los árboles del entorno. Carrascas, pinos piñoneros o incluso árboles de ribera fueron la base de segundos pisos o el soporte de aquellas tejas que bien dan nombre a nuestros tejados. A esta orilla del río, usando la misma tierra que conforma las paredes, el Tejar de Serapio era el encargado de fabricar estos aislantes que protegen nuestras cabezas de las lluvias. Mediante el moldeado de la arcilla, y usando los muslos para dar la forma curva que facilita el canalizado de agua, se secaban las piezas al sol, que más tarde se colocaban en cobija y canal para mejorar el aislamiento. Sin embargo, este tejar, en funcionamiento hasta hace apenas unas décadas, debió utilizar mejores técnicas para el proceso de moldeado y, sobre todo, al cocer la arcilla mediante el uso de hornos.
Recorriendo las calles de Quintanar aún pueden observarse, como fósiles vivientes, restos de estas estructuras centenarias con los materiales que brotan del entorno.

5. Quinterías, origen de una villa

Quinterías, casas de barro y paja encaladas que, dispersadas por el campo, dieron nombre al pueblo.
Ubicación: Paseo de Quintanar del Rey
Si el apellido de Quintanar del Rey adquiere un significado claro y conciso para cualquier lector, es comprensible que con el nombre ocurra todo lo contrario. ¿Qué significa Quintanar? Incluso si preguntamos hoy en Quintanar del Rey sobre su significado es posible que las respuestas sean diversas y variopintas.
Decir Quintanar es decir el origen puro del pueblo. Un quintanar es un grupo de quinterías o “quintanarejos”, es decir, pequeñas casas de barro y paja enjalbegadas de cal y con techumbre de carrizo o atocha donde se realizaban diferentes faenas agrícolas. Y ese fue su comienzo. Humildes hogares que fueron conformándose en una pequeña aldea. Las quinterías eran representación de un modo de vida agrícola, chozas blancas que como motas de algodón en la vasta extensión de terreno agrícola alegrarían la vista del pasajero o viajante, quizás también los ojos de aquel caballero de la triste figura y Sancho Panza. Junto a ella y bajo el debilitante sol se arremolinarían carros, cuadrillas de hombres y mujeres, espuertas, dos pares de mulas y sudor. Extenuante sudor. También, algarabía, cantos y plegarias en la época de vendimia y recolección.
Pero hubo otras quinterías… “Quinterías” con mayúscula fue la revista que perfumó calles y conversaciones durante una década en Quintanar del Rey, más precisamente entre 1983 y 1992. Cuatro veces al año aparecía esta revista que, tratando diferentes temáticas como la historia del municipio, poesía y temas de actualidad, fue convirtiéndose en un referente. Sus andanzas terminaron en 1992, tras haber sido publicados más de treinta números. Desde entonces es quizás el mejor punto de referencia para comprender el pasado, presente y futuro de Quintanar del Rey. También para comprender su origen, es decir, conocer el significado de una quintería. Quizás con la propia palabra se intenta llenar el silencio que provoca el desconocimiento. Y qué decir si encima la revista se llama Quinterías.

6. El Valdemembra y la industria del vino

Las aguas del Valdemembra, cómplice para que esta tierra haya podido alcanzar los cielos.  
Ubicación: Río Valdemembra, en el puente del camino a Casasimarro.
Y siempre inmutable, el cauce del río Valdemembra. Curso modesto que no da fuentes ni manantiales, pero sí pozos. Porque aunque en esta tierra domine el cielo; las nubes se impongan sobre el suelo arcilloso y una llanura extensa eternice los atardeceres, ha sido desde las profundidades de la tierra donde este pueblo ha querido alcanzar los cielos. 
Hoy, el paisaje de Quintanar del Rey es un mosaico de viñas, olivos y almendros que el río Valdemembra atraviesa mientras busca aterrizar en la cercana ribera del Júcar. A su vera, se han cultivado históricamente huertas donde judías, melones, sandías y otras tantas verduras y hortalizas daban sustento a las gentes del pueblo. También su cauce era el lugar donde se enfilaban arrodilladas generaciones de mujeres para lavar y aclarar sobre losas de piedra sus tejidos y ropas. 
La producción vitícola ha mantenido en gran parte el peso económico del municipio. La esencia que nace de la flor de las viñas ha creado la base de este municipio de bodegas de alta calidad. Como ejemplo, en las últimas décadas, la Cooperativa San Isidro, se ha convertido en una de las principales productoras de vinos tintos de nuestro país; o el reciente caso de Vitis Natura, que elabora vinos ecológicos. 
Sin embargo, el río Valdemembra ha cambiado. Aunque sigue mostrando su generosidad y fértil entrega a los campos de alrededor, su rostro se ha transformado en un cauce abarrancado repleto de  vegetación que, en ocasiones, impide contemplar sus humildes aguas. Tampoco ya vienen aquí lavanderas ni juegan los niños en su ribera. El tiempo ha ido ocultando su vida y su memoria.

7. Los retos del futuro: despoblación y cambio climático

¿Qué retos nos depara el futuro? ¿Podemos aprender algo de la experiencia y el trabajo de nuestros abuelos y abuelas?
Ubicación: Puente de la calle Tejeras
A lo largo de la vereda del río Valdemembra, calles como la Rambla o el Arroyo invaden por el este, desde el centro de Quintanar. Vestigios de cauces naturales que nutrían el río antes de su encauzamiento. Testigos de la zona inundable protagonista en periodos de fuertes lluvias. Al igual que en la costa se edificaba de espaldas al mar, en poblaciones como Quintanar del Rey se dejaba margen al río, se le respetaba. Ese espacio era para el paso y el cultivo. La razón: un modo de vida adaptado al entorno, al clima, fruto del conocimiento atesorado durante generaciones.
Hoy, su aspecto es completamente diferente. Encauzado y olvidado, destaca por sus pocas aguas y sus desproporcionadas cañas. Su pasado como lavadora es hoy, sin duda, impensable. Su uso crucial, base de la vida y la memoria de Quintanar del Rey, ha quedado relegado al de simple desagüe. 
Y, como el río, los Conocimientos Ecológicos Tradicionales, aquellos que nos han ligado con nuestro entorno, también han sido desechados. La arquitectura a base de barro y paja, derivada de una experiencia y una cultura pulida durante generaciones, se vale de los recursos del entorno y la adaptación al clima.  Se trata de procesos mucho más resilientes a cambios medioambientales, así como mitigan las emisiones, al tratarse realmente de una economía de cercanía.
Recuperar, adaptándolo a tiempos actuales, estos oficios, puede ser, sin duda, una llave de futuro, que combata la despoblación que sufren las zonas rurales, al generar trabajo de manera distribuida. Porque Quintanar…, ¿tiene un problema de despoblación? Aunque el crecimiento poblacional apunta, indudablemente, en dirección contraria, la deriva de las poblaciones aledañas indica que es más que probable que tienda a convertirse en un polo urbano en un contexto completamente despoblado, donde la vid y el olivo sean los únicos habitantes, con las consecuencias sociales y ambientales que estos cambios conllevan. La apuesta por un desarrollo sostenible, que se adapte a los cambios del clima, implica la búsqueda de distribuir la población a lo largo del territorio.
En una época de grandes cambios y tremendas dependencias, esta cultura, la derivada de la experiencia de un pueblo, es más necesaria que nunca. Los recursos ahí siguen. Sólo urge recuperar los conocimientos que nos permitan aprovecharlos.
Y así, mientras reflexionamos sobre nuestro futuro, San Isidro y San Cristóbal observan los cambios atónitos desde su loma, donde el tiempo parece que no pasa, donde se refugia la naturaleza acobardada. Como vigilantes del Valdemembra, esperan pacientes nuestros siguientes pasos…

8. Las llaves del éxito: la construcción

Hoy, Quintanar del Rey es el tercer municipio con mayor población de la provincia de Cuenca y cabeza económica de la comarca.
Ubicación: Ermita de San Pedro 
El pasado de Quintanar es breve y estrecho, su presente es largo y ancho. Aquellas quinterías enjalbegadas de cal con techos de tejas, cañas y atocha que acogieron el hambre, hoy se han traducido en numerosos edificios, negocios y cierta prosperidad. Aquel tiempo bajo el yugo de Alarcón, del Marquesado de Villena y posteriormente de Villanueva de la Jara se ha esfumado. La llegada del siglo XX trajo a Quintanar del Rey, en contraste con el resto de municipios de la provincia de Cuenca, su más fructífero período histórico. 
Las antiguas cuevas de los vecinos y vecinas no fueron sólo destinadas a la producción de vino. También fueron nidos para otro alimento de gran importancia socioeconómica en la comarca: el champiñón y otros hongos comestibles. Estos seres precisaban de paja, humedad y oscuridad para desarrollarse. Su éxito se tradujo en que en 1990 se instalara en Quintanar del Rey la sede del Centro de Investigación, Experimentación y Servicios del Champiñón.
En la actualidad, el sector de la construcción sustenta el peso económico del municipio. Vecinos y vecinas de Quintanar se desplazaban por todos los puntos del país para trabajar en la construcción, especialmente en Murcia y la costa levantina. Recuerda aún una vecina quintanareña la imagen de ver marchar a las familias con el carro lleno, un cordero atado y una bandera bordada de coraje.  
Su éxito en los sectores de la industria y la construcción se ha traducido en que a pesar de ser un término pequeño, muchas de las parcelas y tierras de los pueblos de alrededor son propiedad de quintanareños. Y como dato representativo, su imparable ascenso demográfico. Hoy, Quintanar del Rey es el tercer municipio con mayor población de la provincia de Cuenca con casi ocho mil habitantes, es cabeza económica de la comarca y sus habitantes, propietarios de muchas de las tierras de los pueblos de alrededor, incluido Villanueva de la Jara. 
Este pueblo con escaso término y una historia breve y marcada por su dependencia a otros municipios, ha invertido la balanza y su propia historia gracias al emprendimiento y el trabajo de sus gentes. Quintanar del Rey, a las puertas de la Mancha, es un gigante sin molinos, un caso único de nuestra tierra.

El proyecto

Quintanar del Rey, municipio de 8016 habitantes en la comarca de la Manchuela, se levanta en una llanura manchega con aroma levantino. Su término está atravesado por el río Valdemembra y su entorno es un mosaico principalmente constituido de pinares, viñedos, almendros y olivos. Su alma campesina atesora conocimientos y saberes ancestrales que aprovechaban los recursos naturales que propicia el entorno. 

Aunque aparecen vestigios de la Edad de Bronce, no se constata población hasta la Edad Media con la necrópolis de Santa Ana.  Su origen se debe a las quinterías. La casilla o quintería es la pieza elemental dentro de la arquitectura vernácula de La Mancha. El campo manchego se encuentra salpicado de estas pequeñas construcciones encaladas que servían al agricultor como vivienda durante la realización de las duras tareas agrícola. A mediados del Siglo XVI Quintanar, siendo aldea de Villanueva de la Jara, se pidió su independencia al rey Felipe II. Desde entonces se le acuñó el apellido actual. Son más abundantes los edificios religiosos.

El río Valdemembra vertebra el término y cruza el municipio. Este curso de agua es un recurso natural imprescindible para la vida y también para las actividades humanas de Quintanar del Rey. Desde la antigüedad, la frescura del agua ha sido aprovechada para la agricultura y su fuerza para mover las ruedas de los molinos.

Por ello, en estas llanuras salpicadas de diversos cultivos, las casas de campo llamadas “quinterías” y las actividades asociadas al curso del río Valdemembra forman parte de ese patrimonio cultural intangible que ha modelado la propia historia de Quintanar del Rey. Entre ellos, las diferentes ermitas que salpican su municipio:  las históricas como las San Antón, San Pedro, Santa Lucia y de la Concepción. Más recientemente se construyó la de San Isidro, zona natural por excelencia del municipio, donde cada 15 de mayo se reúnen vecinos del municipio a celebrar la festividad de San Isidro. 

Descubrir y comprender la importancia histórica de estos pequeños refugios campesinos que le ofrecen el mismo nombre al pueblo y su relación con los cauces de agua es necesario para poner en valor este patrimonio cultural así como una herramienta para el futuro. La pérdida de estos conocimientos tradicionales ligados a los recursos que proporcionan la llanura manchega cada abre una brecha generacional y cultural que es difícil de cicatrizar. 

Por ello, es de esencial interés el estudio y salvaguarda de este patrimonio cultural intangible de Quintanar del Rey para conseguir avanzar en la lucha por la pérdida de conocimientos tradicionales que han ejemplificado la esencia cultural del ser humano durante tanto tiempo.

EL PROYECTO «ENTRE QUINTERÁS Y EL RÍO VALDEMEMBRA» ESTÁ DESARROLLADO POR VESTAL ETNOGRAFÍA Y FINANCIADO POR EL AYUNTAMIENTO DE QUINTANAR DEL REY Y LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE CUENCA.