Agua y literatura llenan de vida Ossa de Montiel. Perteneciente al Campo de Montiel y en mitad de la ruta del Quijote, el municipio atesora los principales atributos de la Mancha. Su llanura manchega, extensa y ondulante, su pasaje en la Cueva de Montesinos en el libro insigne de la literatura castellana y una estratégica situación geográfica proporcionan un valor incalculable al territorio. Pero quizás, su mayor tesoro es acoger en su término, a pesar de sus sequías estivales y bajas precipitaciones, el Parque Natural de “Las lagunas de Ruidera”. Y es que aquí encuentran nueve lagunas y media de las quince que se encuentran en el parque.
Este hábitat acuático es un oasis en el desierto que hacen a este municipio y su término parte de la Reserva de la Biosfera de la Mancha Húmeda. Un ecosistema fresco de arboledas entre las cuales se salvaguarda una alta biodiversidad de flora y fauna. De especial interés, además de sus bellos paisajes y procesos geomorfológicos, es el papel que estas hacen como punto de invernada y paso migratorio de destacada importancia para las aves acuáticas y limícolas. Todo ello sin dejar de lado la estepa que rodea a las lagunas y que, junto a las aves esteparias que aquí viven, lo convierten en un lugar medioambiental único.
Sus restos arqueológicos paleolíticos, sobresalientes los de la Edad de Bronce, y su cercanía a la histórica torre árabe de Rochafrida, atestiguan la importancia inmemorial de la zona gracias a sus aguas y sus terrenos fértiles. A partir de la conquista cristiana y hasta entrado el siglo XIX su historia está ligada a la Orden de Santiago. Fue declarada como Villa en 1410 y en su declaración, se levantó un rollo de piedra que aún se conserva. A su gran entorno arqueológico e histórico, entre el que volvemos a destacar la Cueva de Montesinos inmortalizada en la segunda parte de El Quijote, es necesario añadir la Iglesia de Santa María de la Magdalena dentro de su casco urbano.
Este pasado histórico junto al entorno natural que le rodea propició unos concretos modos de vida durante siglos. El agua diseñaba un calendario natural al cual multitud de oficios se adaptaban, en especial el agrícola y el ganadero. La trashumancia también era un acto estacionario común. Otros oficios como pescadores, herreros, alfareros, esparteros o carpinteros también se veían afectados por este calendario. También las propias festividades. Estas costumbres y modos de vida, con estrecho vínculo al ciclo del agua, guiaron el curso de la historia de este municipio y queda ejemplificado en el valioso Museo Etnográfico del municipio.
Hoy muchos de estos oficios y conocimientos tradicionales asociados al medio natural que rodea al municipio están en peligro de extinción. A todo ello hay que sumar, el implacable efecto de la despoblación en las últimas décadas y que sitúa a Ossa de Montiel como municipio en extrema despoblación.
Es por ello, la importancia de relacionar los modos de vida tradicionales con el entorno natural como una vía de potenciación socioeconómica, además de una forma de preservar nuestro patrimonio cultural. Costumbres y tradiciones, transmitidas de generación en generación por diferentes medios y que hoy intentan su puesta en valor a través de un Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia relacionado con el medio ambiente. En este caso, con el ciclo del agua.